Al comenzar la Cuaresma se nos invita a la conversión. Pero eso no es un
empeño voluntarista, ni un cúmulo de propósitos que uno mismo tenga que lograr. Es
Dios quien nos convierte, cuando le dejamos. Es Dios quien transforma
nuestras vidas y les da hondura y plenitud. Es Dios quien nos hace madurar y
crecer, asumir la vida con toda su complejidad. El Dios que, infatigable, está
trabajando en cada uno de nosotros… (www.pastoralsj.org)
Es Dios quien nos convierte, cuando le dejamos.
¿Qué espacio le das a Dios en tu vida? ¿Qué
tiempo real de encuentro tenes cada día para Él?
¿De verdad le dejas a Dios la conducción de tu
vida? ¿En qué lo notas?
¿Qué necesita Dios convertir en tu vida en
esta cuaresma?
No dejes que esta cuaresma pase sin que Dios
deje una huella en ti. Nada dará más sentido a tu vida si Dios puede ocupar más
tu corazón.